Cuando los hombres no lloran
Resumen
El artículo destaca cómo la concepción tradicional de masculinidad afecta la salud mental masculina. Insiste en que asignar vulnerabilidad a los hombres no es debilidad, sino una forma de sanar heridas colectivas y mejorar el bienestar emocional masculino.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
Hace un par de días salió un video de un futbolista mexicano que dio un discurso misógino, asegurando que las mujeres estábamos acabando con la masculinidad, que estábamos volviendo a los hombres sensibles. Al escucharlo, sabía que este discurso me incomodaba por muchas razones, pero hubo algo que me quedó sonando: la frase “las mujeres están acabando con la masculinidad”.
Maura Samara Suárez
Columnista/EL FRENTE
Luis Bonino define la masculinidad como “una arbitraria construcción social resultante de la organización patriarcal y de dominio masculino en las relaciones de género (…) está compuesta por un conjunto de valores, definiciones, creencias y significados sobre el ser, deber ser y no ser varón”. En general, me parece una definición muy problemática, y voy a explicar por qué.
Hay un podcast que me encanta, se llama Los hombres sí lloran, de Juan Pablo Raba, en el cual se habla sobre la salud mental de los hombres. De acuerdo con un estudio realizado por la UNAD, la tasa de suicidio en hombres es superior a 4,5 suicidios por cada 100.000, mientras que en mujeres está por debajo de 3,0. Hay una diferencia muy alta, más de 1,5 puntos. ¿Por qué es importante esto? Porque hay una realidad muy clara: la salud mental en los hombres está mucho más deteriorada que en las mujeres.
El episodio con Álvaro Rodríguez, empresario y jurado de Shark Tank, es mi recomendación de hoy. Demuestra una realidad de la que poco se habla: lo masculino no está asociado con las emociones.
Él lo deja muy claro al decir en el episodio que asocia el llorar con una debilidad. Juan Pablo solo pudo reírse. Cuando escuché eso, yo también me reí, pero llevo escuchando el podcast desde que empezó.
Sé que Juan Pablo ha contado que sufrió mucho porque siempre fue una persona sensible. Se le ha visto llorar en todos los episodios y conectarse con el invitado a tal punto que llora de risa y de dolor.
Regresando a la palabra masculinidad y su problema, como expliqué, es un constructo social que hemos aceptado, pero que ha terminado generando consecuencias graves para los propios hombres.
Es evidente la falta de salud mental en este grupo social. Muchas mujeres hemos tenido modelos femeninos enfocados en la salud mental, en la fortaleza que se necesita.
Los hombres, en cambio, no cuentan con estos referentes. Esa brecha, sumada al aislamiento generado por las pantallas, ha llevado a muchos a creer que este concepto patriarcal estaba bien, que los hombres estaban mejor antes.
Sin embargo, la tasa de suicidio en hombres ha sido superior desde que existen registros estadísticos confiables.
El primer gran estudio sociológico del suicidio fue escrito por Émile Durkheim, quien concluyó que los hombres se suicidaban más del doble que las mujeres ya en 1869. Esto no es nuevo.
De acuerdo con la psiquiatra Möller-Leimkühler, “estos estándares masculinos no son realistas (...), por lo que los hombres tienden a lidiar con los conflictos emocionales externalizándolos con hiperactividad en el trabajo, consumiendo alcohol de forma adictiva, para mantener la fachada masculina, la búsqueda de ayuda se ve como un indicador de falta de masculinidad, así que muchos hombres se convencen de que tienen que resolver sus problemas por sí mismos y no hablan de lo que sienten”.
Hablar de salud mental masculina no es un ataque a los hombres, es una forma de cuidarlos.
Si realmente queremos que las cosas mejoren, necesitamos repensar lo que significa ser hombre, abrir espacio a la vulnerabilidad y reconocer que el silencio impuesto por la masculinidad tradicional no es fortaleza, sino una herida colectiva que debemos sanar.