Contaminación del aire asesina a los habitantes de Bucaramanga
Resumen
Un informe de la UIS revela que la contaminación del aire en Bucaramanga ha causado más de 300 muertes evitables en los últimos dos años. La crisis se debe principalmente al envejecido parque automotor y la congestión diaria, urgidos de una renovación vehicular urgente.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
En un reciente informe investigativo y científico adelantado por expertos de la Universidad Industrial de Santander, UIS, se concluyó que Bucaramanga sufre una emergencia silenciosa generada por la mala calidad del aire, lo cual ya produjo muertes que podrían haberse evitado.
De acuerdo con lo publicado, el estudio científico-universitario revela que en los dos últimos años la contaminación atmosférica se asoció con más de un centenar de muertes en 2023 y casi dos centenares en 2024.
Esos números no son estadísticas frías. Representan hogares destruidos, años de vida perdidos y más sufrimiento para quienes padecen enfermedades respiratorias o cardiacas.
El principal responsable se conoce bien y es el parque automotor envejecido, sobre todo el del transporte público masivo, sumados a otros miles de vehículos que expulsan material particulado fino, el cual penetra en los pulmones y alcanza el torrente sanguíneo.
Los atascos diarios y el mal estado mecánico de muchas unidades multiplican la emisión de partículas venenosas. La desigualdad se impone en las calles y los usuarios del transporte público enfrentan concentraciones mucho mayores que quienes viajan en vehículo particular. Esa brecha configura una injusticia sanitaria intolerable.
El estudio alerta sobre incrementos en las concentraciones de material particulado fino (PM2.5 para los científicos) y advierten que, aunque los niveles oficiales no siempre superen los umbrales de la norma, su presencia provoca efectos adversos en la salud de la población.
La norma establece límites, pero la ausencia de una respuesta decidida permite que la exposición acumulada reduzca la esperanza de vida y aumenta la carga de enfermedades crónicas.
Bucaramanga exige una respuesta rápida y contundente. Es indispensable renovar el parque vehicular con incentivos efectivos, imponer controles estrictos a los automotores en mal estado y priorizar rutas limpias para el transporte público.
La modernización del transporte colectivo no debe tomarse como un gasto, sino como inversión en salud pública y equidad, además, la gestión del tráfico requiere políticas que reduzcan los trancones y mejoren la fluidez para disminución de emisiones en puntos críticos.
Exigimos coordinación constante entre las autoridades ambientales y de movilidad para que realicen mediciones continuas, alertas públicas guiadas por datos y planes claros de mitigación, promover modelos de trabajo flexibles, transporte no motorizado y consolidación de redes de transporte masivo eficientes.
Las consecuencias económicas y sociales ya producen mayor gasto en salud, ausentismo laboral y pérdida de productividad. Bucaramanga y sus autoridades no pueden esperar a que la evidencia sea abrumadora para actuar, o que las muertes aumenten sin lamentar.
No hay tiempo para remiendos ni para discursos dilatorios. Cada día sin medidas integrales equivale a más muertes y más enfermedades.
Exigir cumplimiento normativo, sanciones efectivas a infractores y programas de financiación para renovación vehicular es obligatorio. La vida de los ciudadanos vale más que la rampante inercia administrativa.