Ceiba, leopardo y roble
Resumen
Bucaramanga enfrenta desafíos de sostenibilidad con liderazgo deficiente y ciudadanía dispersa. Urge un cambio hacia una ciudad más conectada con la naturaleza, comprometida con el bien común, y gobernada por líderes inteligentes y ciudadanos participativos.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
La selva y los bosques muestran que la naturaleza prospera mejor lejos de la humanidad, funcionando con una economía circular sin desperdicios. En tales lugares es posible observar inteligencia y adaptación tanto vegetal como animal. Sin embargo, no todo es armonía ni estabilidad pues los eventos perturbadores aparecen de manera incesante. El fuego, el aire desbocado, la seguía prolongada, también la acción de los seres humanos que hemos optado por querer transformar el mundo natural para ponerlo a nuestro servicio.
Para ello , optamos por un proceso civilizatorio que de manera progresiva nos fue alejando de lo natural para sumirnos en la construcción de sistemas jerárquicos, religiones, ciencia, tecnología, todo lo cual derivó en leyes, gobiernos, clases sociales, comercio, agricultura, guerras, división del trabajo, arquitectura, ingeniería, derecho, medicina, arte, filosofía, literatura, religión, hasta el punto de llegar a concentrarnos en grandes urbes , también en ciudades de tamaño mediano, y en un casi olvido de los pueblos. La actual civilización se caracteriza por la industrialización, la interconexión y la revolución digital con sus múltiples caras.
Como cualquier ciudad, Bucaramanga y su área metropolitana puede verse como un lugar donde ingresan inmensos recursos que se convierten en basura y desechos que contaminan aguas abajo los territorios irrigados por los ríos receptores. Nos esforzamos en polucionar el aire, generar calor afectando los ciclos climáticos, desertificamos los suelos que convertimos en pavimento, y en ese ambiente, caminamos sobre la historia de la civilización, sin poder abstraernos de las leyes naturales, de la convivencia entre especies, una de ellas, los humanos. Así como el hombre del campo difiere en lo físico y en lo sicológico del citadino, las plantas y animales urbanos se alejan de sus semejantes rurales, y entre todos transformamos los suelos y la propia biología y comportamiento de todos los seres vivos que habitan la ciudad.
Ninguna ciudad existe aislada. Comprender su impacto regional y global es esencial para gestionar el sistema urbano. Urge aplicar modelos interactivos que permitan a planificadores y ciudadanos visualizar cómo diferentes intervenciones afectan el microclima, la escorrentía y la gestión del agua. Alcanzar la sostenibilidad requiere reconocer que las ciudades son sistemas naturales complejos y fomentar una mejor conexión entre las personas y la naturaleza. Bucaramanga no solo está fea, sino que no es sostenible en el corto plazo. Nuestra dirigencia política es paupérrima, la empresarial es egoísta, la académica está desconectada y la ciudadanía dispersa, polarizada y confundida. Por si fuera poco, la mixtura política con religión potencia el engaño y paraliza la voluntad ciudadana.
No basta con el deseo por una ciudad bonita, sostenible, creativa, alegre y segura. Hay que comprometernos a eliminar la miseria, crear equidad, elevar el nivel de la educación, poner límites a la codicia, incentivar la producción de bienes y servicios, planificar la reforma urbana en equilibrio con el mundo natural, promover la cultura y la convivencia. Para lograrlo, requerimos un Estado fuerte concertando con un sector productivo comprometidos con el bien común y con gobernantes y empresarios inteligentes y honestos de la mano de una ciudadanía participativa, so pena de que la próxima generación de bumangueses emigren a otros lugares dejando nuestro amado terruño a merced de las alimañas. Aspiro a que emerja una dirigencia con alma de ceiba y espíritu de leopardo, al lado de una ciudadanía con el talante del roble, que nos rescate de tanta mediocridad.