Avance silencioso y peligroso de la tuberculosis en Santander
Resumen
La tuberculosis ha resurgido en Santander con 1.031 casos y una alta incidencia en áreas densamente pobladas y prisiones. Se necesita mejorar el diagnóstico, tratamiento y ejecutar un plan de contención eficaz para frenar su avance.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
La tuberculosis, TBC, dejó de ser un problema remoto para el departamento de Santander, porque las autoridades informan sobre 1.031 casos confirmados en todas sus formas y una incidencia acumulada de 44,5 por cada 100.000 habitantes.
Esos números son un llamado urgente para que se implementen métodos de contención, máxime si en este departamento se está en plena temporada de Ferias y Fiestas con alta afluencia de público local y visitantes nacionales y extranjeros.
El panorama epidemiológico obliga a tomar nota sin ambigüedades. El 88,4% de los casos (911 personas) corresponde a tuberculosis pulmonar, la variante con mayor riesgo de transmisión.
El 99% de los casos declaran sensibilidad a los medicamentos de primera línea y el 84% fueron confirmados por laboratorio. Transcurrida la semana epidemiológica 34 se notificaron 28 casos nuevos.
El 5,48% de los pacientes presenta coinfección por VIH. El informe contabiliza 49 muertes asociadas a tuberculosis. 16 fallecimientos ocurrieron en personas menores de 49 años y siete de esos fallecimientos registraron coinfección con VIH.
Estos datos requieren una lectura crítica. La concentración de casos en Bucaramanga, su Área Metropolitana, Barrancabermeja y en las cárceles La Modelo de Bucaramanga y Palogordo de Girón, evidencia deficiencias estructurales, demoras en la detección, barreras de acceso a la atención y condiciones insalubres que facilitan contagios.
La presencia de la enfermedad en centros penitenciarios no constituye un episodio aislado ni un problema exclusivo de seguridad. Representa una falla de la política pública de salud, negligencia en las medidas de contención desde el primer caso sospechoso, situación que repercute y genera preocupación en toda la comunidad.
La Secretaría de Salud departamental cumplió un rol informativo al divulgar cifras y advertir sobre síntomas puntuales —tos persistente por más de dos semanas, pérdida de peso, fiebre y sudoración nocturna—.
Ese llamado es necesario, pero resulta insuficiente si no se acompaña de medidas concretas como aumentar la capacidad de diagnóstico, garantizar continuidad de tratamiento, priorizar la atención de pacientes con inmunosupresión y asegurar seguimiento médico efectivo.
Por lo tanto, es menester exigir a la Gobernación y a los Alcaldes del Área Metropolitana planes definidos, con metas, cronograma y recursos asignados para diseñar un plan de choque eficaz.
Las prisiones requieren protocolos de tamizaje, acceso a diagnóstico y tratamiento y auditorías independientes que verifiquen su cumplimiento. Los laboratorios deben recibir inversiones que reduzcan tiempos de confirmación y permitan intervenciones más rápidas. Se deberían utilizar los científicos y laboratorios de la Universidad Industrial de Santander, UIS, para confirmar o desechar diagnósticos, para que no se tenga que dar la vuelta larga por el Ministerio de Salud en Bogotá.
La descongestión de las cárceles se debe tomar como prioridad para contener la propagación de la TBC, porque el hacinamiento es el mejor vehículo de transporte para contagios masivos y peligrosos.
Si las autoridades priorizan intervenciones, destinan recursos y coordinan hospitales y cárceles, el rumbo puede cambiar a tener menos contagios, salvar más vidas y bajar los riesgos de propagación.