Auge de la locura
Resumen
A lo largo de la historia, muchos mandatarios han exhibido rasgos demenciales al ejercer el poder, desde emperadores y reyes hasta figuras contemporáneas. Esta locura ha generado despotismo y sufrimiento para sus pueblos.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
Por: Jaime Galvis
Los desarreglos mentales han sido muy frecuentes en el ejercicio del poder a lo largo de la historia de la Humanidad. Esto ha sido un verdadero azote para muchos pueblos, generalmente un mandatario demente termina convirtiéndose en un déspota inmisericorde.
Las actitudes demenciales en el gobierno tienen una larga tradición, desde un emperador de la China que se bañaba en mercurio, hasta una pléyade de orates que manejan cetros actualmente.
A lo largo de la historia hay mandatarios que han brillado por su insania, en alguna época fueron algunos reyes de Asiria y Cambises II rey de Persia. En el Imperio Romano se distinguieron por su insania Calígula y Nerón, pero cabe pensar que entre los últimos emperadores hubo rasgos demenciales. En el Imperio bizantino, Basilio II, tuvo la demencial idea de cegar un ejército búlgaro.
No cabe duda de que entre los khanes mongoles hubo más de un psicópata, como lo evidencian las grandes carnicerías que ejecutaron. Otro tanto cabe pensar de algunos sultanes otomanos. Durante el Renacimiento, la demencia en el trono se presentó en España, con Juana La Loca quien venturosamente muy poco gobernó.
Pero, el peor ejemplo de un psicópata en el poder se presentó en Ivan El Terrible, Zar de todas las Rusias, un déspota sanguinario que aterrorizó a su pueblo durante más de tres décadas. Este psicópata causó miles de muertes. Posteriormente hubo un largo período durante el cual la demencia estuvo alejada de los tronos.
Luego vino la Revolución Francesa, en la cual, en medio de la locura colectiva se destacaron los alienados mayores, Robespierre, Marat, Danton. En esa orgia de sangre la cordura estuvo totalmente ausente. Luego de esa hecatombe, el Siglo XIX transcurrió sin mayores episodios de alienación mental, algún episodio pintoresco el de Ludwig II de Baviera.
En el Siglo XX se presenta el comienzo del auge de la demencia en el poder. Un primer episodio se presenta con la enajenación mental de Woodrow Wilson, presidente de los Estados Unidos de América. Este mandatario propuso un plan de paz, al final de la segunda guerra mundial, conflicto en el que no debió intervenir, pero su demencia impidió su ejecución.
El Siglo XX fue escenario de increíbles episodios de locura, la Revolución Bolchevique en Rusia prohijó la aparición de psicópatas criminales, tales como Sverdlov, Yagoda, Yezhov y el zar de todos ellos Stalin, causantes de millones de muertes. En Alemania surgió un alienado mental, Hitler quien desencadenó la Segunda Guerra Mundial con sus millones de víctimas.
En la china apareció otro psicópata Mao Tse Tung cuyas disparatadas acciones “revolucionarias” produjeron millones de víctimas. Además, surgieron locos de menor cuantía, pero igual crueldad, tales como Fidel Castro, Idi Amin Dada, Pol Pot y la sanguinaria dinastía de Norcorea. Con el advenimiento del Siglo XXI, cabría esperar una tregua de la demencia en el poder, pero, al contrario, esta aumentó.
En la inmensa extensión de Rusia empezó a gobernar un antiguo agente de la KGB con una obsesión por las conquistas territoriales y una amenazante actitud de alguien que no está en sus cabales, se nota su alienación. En los Estados Unidos ha habido gobiernos sucesivos de dos ancianos con claros síntomas de demencia senil.
En la China se encuentra al timón un alienado mental obstinado en atropellar a los estados vecinos, ha retrocedido en las reformas liberales de sus antecesores y pretende instaurar un control absoluto de la población, vigilando hasta su intimidad.
Además, se encuentran una serie de Psicópatas menores, tales como Nicolás Maduro, Gustavo Petro y Daniel Ortega que combinan la estupidez, la chabacanería y una impresionante avidez por el dinero. Estas son las consecuencias de los funestos gobiernos unipersonales.