A los candidatos presidenciales de Colombia
Resumen
La seguridad, un problema social en Colombia, requiere un enfoque clave en las campañas presidenciales, ya que afecta inversión y bienestar. Exige un respaldo a la Fuerza Pública y planes claros para enfrentar desafíos como el narcotráfico y la migración.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
Por: Luis E. Gilibert
La seguridad no puede ser un tema accesorio y por ello ahora que Colombia se acerca a una nueva jornada electoral que definirá el rumbo del país en los próximos años, como ciudadano y como exdirector de la Policía Nacional, me dirijo respetuosamente a ustedes, aspirantes a candidatos presidenciales de la República, para pedirles que, más allá de consignas y promesas generales, incorporen con claridad, profundidad y compromiso patrio, el tema de la seguridad en el corazón de sus campañas.
La inseguridad en Colombia no es un fenómeno coyuntural, es un problema social e inveterado, complejo y multicausal, con aristas que atraviesan todos los estratos y regiones del país. No se puede entender ni enfrentar la inseguridad sin considerar factores como la migración desbordada, que debe regularse urgentemente con controles fronterizos; el narcotráfico persistente, que tanto daño ha generado al país y su sociedad; los grupos armados ilegales, con presencia en el campo y amenazando su arribo a lo urbano; la extorsión que oprime a empresarios y campesinos; el secuestro que aún persiste en varias zonas, el comercio ilegal que deteriora la economía formal, y la invasión del espacio público que genera desorden y conflictividad urbana.
A lo anterior se suma la crisis del sistema judicial, que requiere descongestión y modernización, añadiendo la falta de cárceles dignas y funcionales, con ausencia de verdaderos programas de resocialización.
Pero también preocupa profundamente el debilitamiento del respaldo institucional y presupuestal a la Fuerza Pública, así como el creciente distanciamiento entre la ciudadanía y quienes tienen la misión constitucional de protegerla. Una democracia sana exige respeto por la ley y por sus representantes, las operaciones de la Policía y las Fuerzas Militares deben contar con respaldo político, técnico y moral, siempre dentro del marco de los derechos humanos. La protección no puede seguir siendo el “el último eslabón del programa de gobierno” en el presupuesto nacional.
Sin seguridad, no hay inversión. Sin inversión, no hay empleo. Y sin empleo, no hay bienestar.
La ciudadanía no solo quiere saber qué proponen para enfrentar el problema y crisis de seguridad ciudadana, sino también cómo lo piensan hacer, cuáles sus estrategias, planes y programas, saber si exigirán excelencia, disciplina y resultados. La ciudadanía quiere sentir la confianza y apoyo a su Fuerza Pública, especialmente a la Policía Nacional, actor fundamental en la potenciación de la seguridad ciudadana.
Es el momento de hablar con franqueza, sin ambigüedades ni populismos. El país necesita líderes que no le teman a la verdad ni a los desafíos. La seguridad no puede seguir siendo un capítulo decorativo en los planes de gobierno. Es el pilar que sostiene el resto de las políticas públicas. Si ustedes no lo entienden así, el país terminará perdiendo mucho más que una elección.