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Resumen
Salomón, en su sabiduría, concluyó en Eclesiastés que el verdadero propósito para el hombre es temer a Dios y cumplir sus mandamientos. Esta enseñanza nos invita a reflexionar sobre nuestras decisiones y buscar una vida íntegra más allá de cumplir tradiciones.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
Al finalizar cada año, empezamos a realizar balances acerca de como nos fue, en relación con nuestras metas y propósitos del 2025; aunque no todos los lectores hagan el ejercicio de planear el año, la mayoría terminamos sacando conclusiones, ya sea por la pregunta de un amigo: ¿Qué tal tu 2025? o por la reflexión que dejan las canciones decembrinas: “Año nuevo, vida nueva, más alegres los días serán, año nuevo, vida nueva, con salud y prosperidad…”
En la biblia, algunos personajes como Salomón hicieron el balance, pero no de un solo año, fueron más allá, evaluaron toda su vida y llegaron a una conclusión que debería marcar nuestro 2026, antes de acudir a las recetas mágicas de las ya conocidas tradiciones y agüeros, como: Las lentejas para la prosperidad; Las 12 uvas que cristalizan 12 deseos y la vuelta a la manzana con las maletas para hacer muchos viajes, entre otras.
Antes de llegar a la conclusión, recordemos que Salomón es recordado por su sabiduría y riqueza, haciendo de su reino el más prospero conocido de su tiempo, heredado de su padre David, pero expandiéndolo a su máxima expresión, a través de alianzas comerciales y políticas. Igualmente, recordado por su participación en libros como Proverbios, Eclesiastés y Cantar de los Cantares.
Luego de tanto esplendor económico y político, y de considerar estas cosas como vanidad de vanidades; correr tras el viento; Salomón en Eclesiastés 12:13-14, concluye: “El fin de este asunto es que ya se ha escuchado todo. Teme a Dios y cumple sus mandamientos, porque esto es todo para el hombre. Pues Dios juzgará toda obra, buena o mala, aun la realizada en secreto.”
Temerle a Dios, no es tenerle miedo, es recordar que todo lo ve, que de el nadie se burla, que tenemos que ser íntegros antes que honestos, porque la integridad implica hacer las cosas bien cuando nadie te ve o evalúa. Temerle, implica recordar en todo momento que la vida no se trata de agradar al hombre sino de agradar a Dios, en resumen: “Estar bien con Dios, aunque los santos se arrechen.”
Cumplir sus mandamientos, implica recordar y ser intencionales, filtrando nuestra cotidianidad a través de normas, dejadas por Dios y que han sido fundamento de gran parte de las leyes occidentales, pero que, basados en justificaciones de toda índole, pasamos por alto.
A esta altura algunos escépticos se preguntarán: ¿Por qué hay que temer a Dios y cumplir sus mandamientos?, ya Salomón lo dijo: “porque es todo para el hombre”. Cuando te canses de tomar malas decisiones; de pelear contra el mundo entero; de vivir con angustia, con depresión y convertirte en la víctima del universo, viendo que los años pasan y pasan, sin que nada cambie en tu favor, quizás puedas probar lo que puede suceder en la vida de alguien que teme a Dios y hace su mejor esfuerzo por cumplir sus mandamientos.
*Abogado, conferencista y representante legal de Abogados con Propósitos SAS.